Si miráramos solamente los problemas, tendríamos razones de sobra para llegar a la conclusión de que
no hay solución para la humanidad. Sin embargo, la buena noticia es que hay esperanza para la sociedad enferma. La solución viene de afuera de nosotros mismos. Las providencias fueron tomadas por Dios. El plan está expuesto en la Biblia. Y ese plan es la razón para nuestra esperanza.
El objetivo es el amor a Dios y entre las personas; y el puente que une esas dos virtudes es la esperanza. Él mismo prometió: “Volveré” (S. Juan 14:3).
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